sábado, 29 de diciembre de 2012


Sonoyta armado hasta los dientes y las balaceras que vienen


Las autoridades poco o nada hacen, ¿no saben, no quieren, no pueden? Las preguntas ahí quedarán, nadie va  a responder ni se hagan ilusiones.


(Por: David Meza Ramírez)

La noche buena fue el momento para comprobar una vez más que muchos ciudadanos en Sonoyta tienen en sus casas armas de fuego y que las utilizan, al menos esa noche las utilizaron, sin ningún temor a Policía alguna o a autoridad de los tres niveles de gobierno.

La "tracatera" como dicen aquí, inició minutos antes de las 12, y se extendió por casi media hora, luego solo disparos esporádicos. Hay reportes que dicen que en el Pápago y en el Hombres Blancos los disparos duraron horas.

El sonido de las armas es muy particular, aunque también hubo un intenso quemadero de cuetes, el impacto auditivo no es el mismo, los balazos al aire suenan diferente, como suenan diferente las pistolas de las armas largas.

Ese día un poco antes de las 12 de la noche un retén con dos patrullas de la Policía Federal estaba apostado frente a las instalaciones de la PGR, aproximadamente unos 10 elementos vestidos con la indumentaria correspondiente y con los rostros cubiertos como ahora ya es costumbre, revisaban a los automovilistas que cruzábamos por esa carretera, el clima era de intenso frío, me pararon y con unas lamparitas aluzaron  al interior del vehículo; ¡adelante señor! Dijeron en segundos y cortésmente.

El propósito del retén lo desconozco muy probablemente era para detectar armas o drogas, ¿qué más? Nada funciona en ese sentido, después de los seis locos años de gobierno de Calderón las cifras son aplastantes, todo se incrementó, las toneladas de droga que cruza para Estados Unidos, las armas que cruzan para México, los millones de dólares en lavado de dinero y desde luego los muertos y desaparecidos.

En Sonoyta la noche buena fue una muestra, pequeña muestra del poderío armado de los grupos de la delincuencia organizada o desorganizada, ya ni se sabe, que cuentan con pistolas y rifles de todos los calibres. El “chiste” de la despistolización es solo eso, un chiste que ya ni gracia causa, en algún tiempo era apantallador, pero ya no, ahora ni se han dignado a darnos a la prensa los números finales de las armas que los ciudadanos “voluntariamente” entregaron en ese teatro mal montado, en lo personal le pregunté al coordinador respecto a los numeritos finales, no supo decirme, “ve para allá y ya voy a tener la información” me dijo, seguramente han de ser números impresionantes.

La verdad es que las armas ahí están, en la calle, en las casas, en los carros, y van a rugir en este año nuevo que se avecina, a las 12 de la noche usted amigo lector que me hace el favor de leerme, se acordará de estas líneas y nos dará la razón, Sonoyta y muchos de sus ciudadanos están armados hasta los dientes.

El asunto de “jalarle” al gatillo en año nuevo se ha convertido en una mal sana tradición que no parece ir en disminución sino todo lo contrario, en incremento; es una tradición que tiene seguramente varias vertientes y propósitos, el principal, mostrar que se tiene el “poder”, porque eso son las armas, “poder”, el más violento de todos los poderes, el más burdo, pero poder al fin.

Y pasará el fin de año, esperemos que sin desgracias que lamentar y en enero todos a hacer como si anda hubiera pasado, a seguir con la vida rutinaria del diario, a no comentar el asunto de las balaceras, del vecino que no dejó dormir con su “cuerno de chivo”, a intentar explicarle a nuestros hijos, porque las personas traen pistolas y las usan y porqué nadie les dice nada.

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